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Cuando decimos que el circuito femenino está revalorizándose en lo económico pero hundiéndose en lo meramente tenístico, no nos equivocamos. La WTA logró recuperar algo del terreno perdido a lo largo de las ultimas dos temporadas, económicamente hablando, ya sea en la distribución de premios y en campañas de marketing multimillonarias. Pero el problema sigue siendo la poca competitividad del circuito, con una gran mediocridad de jugadoras entre las 100 mejores y una abrumadora superioridad de las top ten con el resto. Basta con seguir un torneo femenino de la WTA para ver que hasta las semifinales, prácticamente, “no hay partidos”, ya no existen las sorpresas.
Por eso la temporada 2008 tendrá motivos para festejar. No hay dudas de la gran categoría de la Belga Justine Henin, que es sin discusiones la mejor del mundo y de las resonantes apariciones de jóvenes promesas, ya hechas realidad, como las serbias Jankovic e Ivanovic y de las siempre protagonistas hermanas Williams, así como las rusas Sharapova y Kuznetsova. Ellas son, sin dudas, las principales animadoras del circuito femenino, que esta temporada se quedó sin Martina Hingis y Kim Clijsters, que anunciaron sus retiros por diferentes motivos.
Pero la próxima temporada de tour de la WTA tendrá un condimento especial. La vuelta de una de las grandes animadoras de “la vieja guardia”.
Sin dudas el regreso de Monica Seles al tenis, aunque sea en pequeñas “dosis”, le devolverá al circuito femenino, algo del espíritu competitivo que alguna vez supo tener. La vuelta de Seles no es solo la vuelta de una talentosa, aguerrida y gran campeona de tenis, sino que con ella vuelve un pedazo de la historia del tenis femenino; Vuelve la garra, la perseverancia, el amor al tenis.
Vuelve la jugadora que supo aguantar la presión de tener que irse de su país cuando era muy chica, “criarse” tenísticamente en la academia de Nick Bollettieri, en Florida, ser una de las máximas promesas del tenis mundial con tan solo 14 años.
A pesar de que muchos dicen, que desde que sufrió el tan recordado intento de asesinato aquel 30 de abril de 1993 en Hamburgo, Seles nunca volvió a ser la misma dentro de una cancha. De hecho los 28 meses de ausencia en competencias oficiales, así lo demostraron. Durante este tiempo las noticias que salían de su bien guardada residencia de Sarasota hablaban primero de una recuperación problemática, después de dificultades de orden psicológico y, finalmente, de rumores una y otra vez desmentidos sobre su reaparición. Rumores que finalmente se confirmaron a mediados de Julio de 1995 cuando por intermedio de Martina Navratilova, Mónica confirmó que estaba dispuesta para volver a los courts y participar en el Us Open.
Pasado el tiempo del parate obligado, el juego de Seles no parecía ser ni tan sólido ni regular como el de sus comienzos. La jugadora luchaba por mantener la forma y recuperar la movilidad pérdida. Además, tuvo lidiar con la lucha de su padre y entrenador Karolj Seles contra unl cáncer y con la posterior muerte de éste en 1998.
La temporada 2003 fue la última de la serbia en el circuito grande. Una lesión en el tobillo durante el Abierto de Australia, fue el principio del fin de una carrera grandiosa.
A los 34 años, la ex número uno del mundo pretende jugar esta temporada al menos un Grand Slam y un par de torneos importantes mas, aunque aún arrastra problemas en su espalda y tobillo que le impedirían rendir a un nivel de élite.
Mónica Seles tiene en su haber 59 títulos WTA (53 en singles y 6 más en dobles), además de haber ganado dos Copa Federación (1996 y 2000) y una medalla de bronce en las Olimpiadas de Sydney (2000) defendiendo los colores de la bandera estadounidense.
Por eso no hay que obviar este regreso, como tampoco el de Lindsay Davenport, ya que sin dudas, su zurda “mágica” le devolverá pequeños toques de distinción al tenis femenino.