martes, diciembre 05, 2006

Cada vez mas nuestra


Si bien la ilusión se mantuvo hasta último momento, el final era más que previsible. Finalmente Argentina no pudo con Rusia en la fría Moscú y quedó por segunda vez en la historia en las puertas del titulo más importante para el tenis nacional. Fue una típica serie de Copa Davis que seguramente dejó una huella importante en la historia de nuestro deporte. Por segunda vez no se pudo en el srpint final. Es cierto que se estuvo mas cerca que en 1981, pero a su vez se estuvo lejos. Rusia fue un justo ganador por varios aspectos.
Primero por que en la Davis la localía es fundamental, la superficie, el ambiente y el ser local siempre son una ventaja, aunque en este caso a los rusos no les haya sobrado nada. Segundo, por que hubo un jugador desequilibrante en puntos importantes de la serie; Marat Safin no pudo con Nalbandian en la primera jornada, pero se puso el equipo al hombro en el dobles y en el quinto punto.
Argentina dejó una pálida imagen en el primer punto de la serie. El elegido para enfrentar a Davydenko fue Juan Ignacio Chela. El de Ciudad Evita nunca pudo acomodarse en la cancha y dejó escapar el primer punto sin atenuantes ante el numero tres del mundo que estuvo por debajo de su nivel. La historia seguía y lo que a priori era el partido mas cerrado de la serie terminó siendo casi una exhibición de David Nalbandian. El cordobés se deshizo de Safin en sets corridos, marcando una tendencia mas que interesante en la serie y dejándola igualada para lo que sería un sábado de quiebre definitivo. El tanque ruso, el único de los ocho jugadores (entre ambos equipos) en haber sido Nº 1 del mundo y dueño de títulos de Grand Slam (obtuvo dos), el hombre a vencer, la carta ganadora de los dueños de casa. Había decepcionado, en cierta manera, en el debut, pero con el plus de que Nalbandian había hecho casi todo perfectamente, hasta sacando y pegando la derecha como si fueran su exquisito revés.
No por casualidad, Alberto Mancini, el capitán argentino, y Agustín Calleri, el compañero de David Nalbandian, habían dicho que el partido de dobles sería clave. Y efectivamente lo fue. En declaraciones post-partido Safin manifestó que no se sentían para nada favoritos para ganar el partido de dobles, sino que todo lo contrario. Horas antes del encuentro la dupla rusa seria integrada por Dmitry Tursunov y Mikhail Youzhny, pero una lesión que acarrea este último terminó por sembrar mas dudas en el equipo local. Además el dobles argentino estaba invicto en las series de este año. Con todo esto a favor, Nalbandian y Calleri salieron a la cancha a conseguir algo más que un triunfo, sino que la llave definitiva para llevarse la copa de Moscú. Pero lamentablemente nada de esto pasó. El partido se quedó sin lógica muy rápido, y las chances argentinas se dilapidaron. Con un juego casi perfecto de la pareja rusa y con los cordobeses desconcertados por su propio juego, no encontrando nunca los golpes, la coordinación y los movimientos ideales, que son fundamentales en el dobles, perdiendo un partido increíble, mas que nada por lo que se vivió en la previa. Terminado el sábado, Argentina estaba 1-2 abajo, y recargando fuerzas para dar el batacazo milagroso el domingo.
Sin dudas, fue determinante la renovada imagen de David, el Nº 8 del ránking, en el cuarto duelo, aplastando a Davydenko (3º), costándole cuando cedió un poquito la iniciativa y retomando luego para ponerle el moño a otro partidazo. Claro que lo suyo fue magnífico, porque volvió a llevar la batuta argentina, siendo el encargado de aportar los dos puntos. Y el temor por lo que podía ocurrir más tarde, se confirmó. Con las flojas actuaciones de Chela y Calleri, las chances para que Acasuso jugara el quinto y definitivo punto contra Safin eran claras. El misionero, que se había recibido de jugador copero esta temporada, no desentono. Y vaya si estuvo cerca de lograr la hazaña llevando al ruso en su mismísima casa a un tie-break en el cuarto set, y al borde de jugar un quinto set para el infarto.
No se pudo y quedan cosas para replantear de cara al futuro. Por ejemplo, la falta de compañía que tiene Nalbandian cuando se juega de visitante. Lo que si queda claro, es que no pasaran otros 25 años para que Argentina vuelva a jugar otra final de Copa Davis, por que la materia prima y las ganas están intactas.
El próximo objetivo es viajar a Austria para afrontar un nuevo desafío para esta “legión argentina” que no le tiene miedo a nada y comenzar así, de nuevo el camino hacia esta obsesión llamada Davis.